La croqueta, según la definición del RAE, es una porción de masa, generalmente redonda u ovalada, hecha con un picadillo de jamón, carne, pescado, huevo u otros ingredientes, que ligado con besamel,se reboza en huevo y pan rallado y se fríe en aceite abundante. Para mi la reina en la cocina de aprovechamiento, ideal para reutilizar todos los restos que van quedando por la nevera.
Ingredientes
para el picadillo:
Sobras de un caldo de pollo
carne de pollo, morcillo de ternera...
1 pechuga de pollo a la plancha
jamón serrano
1 huevo
para la besamel:
50 gr. de mantequilla
2 cucharadas colmadas de harina
leche (la que admita)
ralladura de nuez moscada
sal
para rebozar:
2 huevos
harina
pan rallado
Aceite de oliva para freír
Preparación:
Asar la pechuga de pollo en la plancha con unas gotas de aceite.
Deshuesamos y limpiamos de piel y grasa, la carne sobrante del caldo.
Picamos con el cuchillo, la carne, la pechuga, el huevo duro y el jamòn serrano.
Fundir la mantequilla en una sartén,
añadir las dos cucharadas de harina y
tostar ligeramente con la mantequilla.
Calentar en el microondas medio litro de leche y verter poco a poco en la sartén, revolviendo para que no se formen grumos. Condimentar con la nuez moscada y sal.
Dejar de añadir leche cuando la bechamel esté consistente.
Añadir el picadillo y revolver para que
se integren bien todos los sabores.
Colocamos en una fuente y tapamos con papel film para que no se reseque la parte de arriba. Dejar enfriar y guardar en el frigorífico hasta el día siguiente.
Al día siguiente, daremos forma a las
croquetas, envolvemos por una pequeña capa de harina, bañamos en huevo batido
y rebozamos con el pan rallado.
Con estas cantidades salen entre 35 y 40
croquetas.
Listas para freír.
Cuando las queramos utilizar, se pueden freir congeladas,teniendo cuidado de que se hagan bien por dentro, yo prefiero dejarlas unas horas dentro de la nevera para que se vayan descongelando y freír como si estuvieran recién hechas.
Es una receta laboriosa pero vale la pena, por el aprovechamiento, económicamente salen muy bien. Son un gran fondo de congelador, para cenas rápidas o aperitivos improvisados. Y éxito asegurado, para niños y adultos.
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